Horacio Quiroga
Literatura fantástica
Nació en Salto, Uruguay, el 31 de diciembre de 1878. Aunque realizó gran parte de sus estudios en Montevideo, retornó a Salto, donde desarrolló actividades relacionadas con la cultura y el deporte. Fue siempre un gran aficionado al ciclismo, y fundó la Sociedad de Ciclismo de Salto.
Comenzó a escribir a los 22 años. Era admirador de Lugones y Poe; enviaba sus poemas a distintas publicaciones y en 1899 fundó la “Revista de Salto”, una publicación literaria.
En 1890 viaja a París, donde conoce al escritor Ruben Darío, precursor del modernismo. De regreso en Uruguay, una tragedia personal le lleva a radicarse en Argentina: estaba inspeccionando un arma cuando esta se disparó accidentalmente y mató a su mejor amigo.
Es en Buenos Aires donde madura como escritor; luego se aleja de la gran ciudad y se instala en Misiones, en plena selva, cerca del río Paraná. Allí vive con su esposa e hijos, y además de escribir se dedica a la explotación de yerba mate; también trabaja como juez de Paz en el Registro Civil de San Ignacio.
En 1915, tras el suicidio de su esposa, Quiroga vuelve a Buenos Aires, donde ejerce de cónsul de Uruguay, mientras publica sus relatos y críticas cinematográficas en distintos medios. Sus cuentos se hicieron enormemente populares.
En 1927 se casó con María Elena Bravo, una joven mucho menor que él, con quien se radicó nuevamente en Misiones, llevando también a su hija más pequeña. La vida en el monte misionero no era fácil, y Quiroga y su esposa peleaban frecuentemente porque ella quería volver a Buenos Aires.
La literatura y la tragedia
Para Quiroga, las dos estarán casi siempre unidas. Viaja a París gracias al dinero que hereda de su padrastro, quien se suicida frente a él; en 1901, se publica su primer libro, “Los arrecifes de coral”, al mismo tiempo que mueren dos de sus hermanos de fiebre tifoidea. Es en ese mismo año que se produce el fatal accidente con su amigo Ferrando; la tristeza le llevó a emigrar a Argentina, donde vivía otra de sus hermanas.
Mientras trabajaba como maestro en Buenos Aires, tuvo la oportunidad de acompañar a Lugones, a quien tanto admiraba, a una expedición a las ruinas jesuíticas en Misiones, en calidad de fotógrafo. Para Quiroga fue el descubrimiento de un mundo que le fascinaría y se transformaría en el escenario de sus cuentos más famosos.
De regreso en Buenos Aires, en 1904 publica “El crimen de otro”, un libro de relatos que le trajo aclamación inmediata y la comparación con Poe, que Quiroga siempre tomaría como un cumplido, ya que fue su primera inspiración.
En esos años, Quiroga produce cantidad de cuentos, de terror rural, o historias para niños con animales que hablan y piensan. Son de esta época “Los perseguidos” y “El almohadón de plumas”. Los cuentos de Quiroga eran esperados por los lectores mes a mes.
En 1917, poco después de la muerte de su primera mujer, publica una recopilación, “Cuentos de amor de locura y de muerte”, que se transformó en un enorme éxito y le volvió a poner en primer lugar entre los preferidos del público. Ya se le veía como el gran escritor de cuentos latinoamericano.
Al año siguiente publicó “Cuentos de la selva”, relatos para niños, que dedicó a sus hijos, que habían sufrido a su lado dolores y privaciones.
En esos años, ya recuperado económicamente y gozando de mucho prestigio, tenía a su cargo la crítica cinematográfica de un diario.
Durante un tiempo vivió en Buenos Aires, disfrutando de su popularidad, escribiendo y siendo aclamado por otros escritores rioplatenses que se acercaban a su casa.
En 1927 publica “Los desterrados”, uno de sus mejores libros, y se enamora nuevamente, de una joven que accede a casarse con él e irse a vivir a Misiones.
En 1935, nuevamente con problemas familiares y económicos, Quiroga empezó a planear su autobiografía. Comenzó a mostrar síntomas de alguna enfermedad prostática, y se mudó a Posadas, para poder tener atención médica. La gravedad de su enfermedad hizo que volviera a Buenos Aires, donde le diagnosticaron un cáncer terminal.
En el Hospital de Clínicas estuvo acompañado de su familia y amigos, y el 19 de febrero de 1937, como si fuera uno de sus personajes, se suicidó tomando un vaso de cianuro.
Los “Cuentos de la selva”
Son relatos escritos especialmente para niños, contando cómo es la vida en la selva misionera, con animales autóctonos como protagonistas de esas historias. Son educativos además de entretenidos, ya que crea situaciones de las que podemos aprender distintas lecciones de la vida. Los dedicó a sus hijos mayores, Eglé y Darío, quienes habían vivido con él en la selva y habían sido criados en extremo contacto con ella, para que no tuvieran miedo a la naturaleza y supieran manejarse.
Los ocho cuentos que componen el libro, son:
- La tortuga gigante
- Las medias de los flamencos
- El loro pelado
- La guerra de los yacarés
- La gama ciega
- Historia de dos cachorros de coatí y dos cachorros de hombre
- El paso del Yabeberí
- La abeja holgazana.
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