viernes, 23 de agosto de 2019

Romance del Veinticinco de Agosto. Serafín J. García

"Irritos, nulos, disueltos",
cantaba el viento en los talas,
y acompasaban el canto
los boyeros con sus flautas.

"Irritos, nulos, disueltos",
repetían las calandrias
mientras colgaban caireles
de música entre las ramas.

Y el clarín de los horneros
campo adentro repicaba,
sembrando la buena nueva
entre un júbilo de alas.

Y aunque era invierno en el tiempo,
hasta grillos y chicharras
desherrumbraban sus élitros
para unirse a la cantata.

Estaba de fiesta el campo
y el monte lo acompañaba
porque era fecha de gloria
para la tierra "orientala".


Y el mismo cielo, allá arriba,
alternaba nubes blancas
con su azul, como ofreciendo
para la bandera franjas.

Cuentan que aquel veinticinco
fue de punta a punta un alba,
pues hasta la tardecita
parecía una madrugada.

Todo en él era comienzo,
todo en él era esperanza,
y hasta el sol se detenía
para ver nacer la Patria.

"Irritos, nulos, disueltos"
los actos que subyugaban,
el viejo afán artiguista
en fruto al fin se trocaba.

Y por eso "írritos, nulos,
disueltos", todos cantaban,
hombre y ave, insecto y árbol,
flor y espina, viento y agua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario